21 de mayo de 2014

4 años de El asfalto es blando.

“Da igual. Prueba otra vez. Fracasa otra vez. Fracasa mejor."
Samuel Beckett.


El tiempo, ese viejo perenne que nos mira cerca, que nos sigue y observa como nosotros, caducos, vamos madurando más hacia el naranja del otoño. Observa cada paso, cada caída, cada golpe, cada bajada de ánimo, cada pérdida de fe, de esperanza, y cada nueva motivación. Cada crecimiento, cada vez que hinchamos el pecho, cada vez que miramos a lo lejos con una sonrisa de media boca y ojos de determinación. Cada vez que queremos comernos el mundo y cada vez que el mundo nos come a nosotros. Todo eso que nosotros no vemos, él sí.

Hace ya cuatro años que este blog nació. Cuatro años desde que publiqué la primera entrada, y que curiosamente no era una ilustración ni un dibujo. Algo "raro" para un blog cuyo nombre terminaría convirtiéndose en mi marca como profesional gráfico. En todo este tiempo he pasado por todo lo citado antes. Por golpes, muchos, seguidos de un "no me voy a quedar en el suelo; me levanto y sigo, siempre sigo". Eso que ha hecho que con el tiempo los golpes, que no han cesado, duelan menos, y que me reafirmen en eso que pienso, y es que el asfalto es blando. Puede que no como un lecho de plumas, pero sí como esos suelos que ponen en los parques para que los niños hoy no se partan la crisma como nosotros sí hacíamos. Cuando este blog nació aún estaba estudiando Bellas Artes. Estaba aún aprendiendo (a nivel académico, obviamente, ya que nunca dejamos de aprender), descubriendo técnicas nuevas, soportes nuevos. Peleándome mucho con la mayoría y frustrándome porque no lograba lo que yo quería hacer. Todas las técnicas se me resistían, me daban pelea a diario. Pero como dije antes, me levantaba, siempre me levantaba y seguía adelante.



Sé que la primera obra tiene más de 4 años. 6 en concreto. Pero voy a explicar por qué la he elegido para esto. Por esa época estaba en segundo. En primero de carrera, en pintura, decidí hacer todos los trabajos con acrílico. Me peleé un año entero con ellos, y aunque conseguí salir del paso, en segundo, tras el primer trabajo, reventé. El resultado con los acrílicos, desde el primero que hice en primer año hasta este, había ido a menos. Y el resultado fue realmente pésimo. Decidí cambiar de aires y trabajar con óleo. La cosa no fue mejor, todo sea dicho. Un año más, salí del paso. Y en el segundo cuatrimestre, realicé esta obra que veis aquí con fecha de 2008. Y quedé muy, muy satisfecho. Pensé: "joder, es un buen trabajo. Estoy orgulloso". No voy a hacer una comparativa para mostraros mi crecimiento recurriendo a lo fácil, que sería coger mi peor trabajo de esa época. No, os enseño un trabajo que por ese entonces me hizo sentir orgulloso. Hoy no me hace sentir lo mismo, pero sí sé todo lo que me aportó. Después de esa obra, y hasta no hace más de dos años, no volví a tocar con seriedad una técnica de pintura. Y cuando decidí hacerlo, tras muchos años de aprendizaje dentro y fuera del aula, de lucha, me sorprendí con el resultado. Seguí trabajando, y trabajando. No me peleaba menos con los acrílicos de lo que lo hacía por aquel entonces, pero el resultado era muy distinto. Lograba algo, lograba volcar en el soporte lo que yo quería hacer. El segundo trabajo que veis, el que tiene fecha de 2014, lo hice hace poco. Lo acabé el 26 de abril, justo un día antes del aniversario de este blog. Lo elegí por eso, en parte, y por otro lado porque me provoca la misma satisfacción que en su momento la obra que está a su lado. Me siento orgulloso del resultado. 6 años de trabajo han llevado a esto, a esa obra, a ese resultado. Me había dado por vencido con los acrílicos, pero peleé sin parar y me recuperé de cada golpe hasta llegar a esto. Y aún queda mucho crecimiento por delante, mucho y sin descanso, sin parar, sin que un tropiezo me doblegue.

Esto no solo me ha pasado con los acrílicos, pero me pareció que recurrir a ellos era la mejor forma de ilustrar lo que os he contado. Esa pelea la tuve con las tintas, con las acuarelas, con los pasteles, el carboncillo... Con los papeles, la madera, los lienzos... Como todos los que nos dedicamos a esto, me he peleado hasta el agotamiento, pero he crecido. Y seguiré creciendo siempre, porque nunca se para. Hasta que las hojas caen del árbol pasan por fases y fases, quieran o no. Progresan. Progresamos. Todos crecemos, pero a menudo no vemos el progreso que vivimos, lo que hemos crecido, porque estamos en el tren y va rápido, mucho, y es difícil asimilar todo lo que pasa por el camino. Pero el tiempo sí lo ve, y a veces te enseña todo lo que no has visto. En las paradas, en los descansos, antes de que el tren siga su rumbo (con la trayectoria clara y concisa que nos hemos impuesto, pero sin meta definitiva)

He pasado de dudar con todo, de flojear, de no saber qué hacer a sí saber qué hacer, a tener las ideas claras, el camino definido, las metas pasajeras que me indican que no me he desviado, claras, y la sensación de que puedo ser tan grande como yo quiera. De que puedo ser tan buen ilustrador, tan buen profesional como yo quiera. Porque hoy sé que puedo comerme el mundo con la determinación que me ha hecho mejorar a diario en mi trabajo.

4 años de El asfalto es blando. Creedme, lo es. Lo he comprobado. Y mucho. Es blando. Pero eso sí, cuando sabemos qué queremos hacer, se vuelve firme para no pararnos. Porque NADA puede pararnos.

Nos vemos al final de nuestros caminos con una copa en la mano para brindar. ¡Salud!

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